jueves, agosto 28, 2008

El que ríe último ríe mejor



Ese domingo, me despertó el campanario de la iglesia que queda a dos o tres cuadras de mi departamento, pocas veces tengo el placer de oír tan sugerente llamado, pero aquella mañana me pareció que mi cuerpo estaba como para salir a correr. No sé si a todos les pasará, digo a todos los que ni corrimos en clases de gimnasia, tener una vida sana así a lo loco cada cierto tiempo, pero me dieron ganas de ponerme buzo y zapatillas, tomarme el pelo en una cola, tomar una botella helada y salir a correr por el Parque de los Reyes. Debo decir de paso que salvo el sujetador de pelo, en mi armario no hay ni una sola prenda que grite ¡mente sana en cuerpo sano!.

Así, con ese ánimo extraño conduje mi cuerpo de un brinco gozoso al baño, me duche con un golpe de agua fría al final y salí más prendida que mina preparándose para una noche mojada. Me puse lo más cómodo que hallé, seque mi pelo y me tome un te con tostada. Mientras él seguía de seguro matando el cansancio con algún sueño calentón, lo digo por el jadeo intermitente que soltaba de vez en vez y que a mi me hacia soltar una pequeña sonrisa burlona. Me quedé un instante escuchándolo para oír algún nombre que no fuera el mío y usarlo a modo de arma en alguna ocasión venidera, pero no, sólo se movía y lanzaba la misma respiración que se supone le provoco yo. En eso estaba cuando se puso rojo de golpe y se despertó, tomó torpemente el inhalador que deja a su lado y se tiró tres pufeadas de una, no pude sostener la carcajada que nacía de lo más profundo de mi estomago, actitud que lo despertó con cara de inconcluso preguntándome ¿qué es lo que te pasa? ¿por qué estas vestida así?. Yo que aun no terminaba con las risas, recordé que es asmático y me entró una ternura infame que me hizo agarrarlo a besos que no entendía, ya, ya, ya ¿qué pasa?, pues nada que me dieron ganas de salir a caminar, correr era poco creíble hasta para mi, así que acomodé la frase. Y donde pretendes ir a caminar, pues al parque ¿a esta hora?, si por qué? Va porque es peligroso ya sabes que asaltan y todo eso, debe estar regado de borrachos. Ya no exageres necesito caminar le hace falta a mi espíritu. Ok pero cuídate, si, si. Cuando estaba cerrando la puerta lanza un, ¡llama cualquier cosa! Siiiii.

Fue así como a las 9 de la mañana de un día domingo, soleado pero helado, me dispuse a tener el primer día deportivo de mi vida. Iba yo como en la sexta cuadra de diez que llevan al parque cuando vi pasar a los primeros competidores de esta carrera sin meta. Zapatillas ultra deportivas, buzos con ventilación, muñequeras digitales que miden presión y cronometro integrado, esto lo imagino porque yo de esas cosas sé muy poco, aaah y perros igualmente entrenados con cara de felicidad y dispuestos a seguir a sus amos en su afán. Yo que pienso que sólo el parque o una cancha habilitaba sirve para correr los miraba alejarse delante de mi con insana envidia. Por fin llegue y ya estaba cansada, escuchaba un tema de Alice in Chain que más que darme ánimos me lanzó de espalda al pasto durante unos minutos, tome agua y me levanté para llevar a cabo el antojadizo plan.

Si han visto alguna vez a Mr Been, comprenderán como comenzó y terminó esto. Partí caminando y aceleré el paso hasta darme cuenta que trotaba -va pensé no es tan difícil- continué por algunos metros y metros, cuando un dolor en el costado de mi estomago me hizo recordar porque odiaba las clases de gimnasia cuando era chica, trote más lento, respiré por la nariz y vote por la boca, tal y como lo decía mi profesor en el colegio. Mientras mis contrincantes me saludaban al pasar con zancadas de júbilo, incluyendo en el saludo unos raros gestos de ánimo. Seguí por una cuestión de decoro, bueno eso creía yo que me veía digna, hasta que comencé a transpirar y sentir que mis mejillas explotaban de calor y el pelo se me soltaba del sujetador y flotaba en un raro baile eléctrico. El dolor en el costado, pasó de ser sólo un dolor a un impedimento para respirar y me quedé doblada, con las manos sobre las rodillas, respirando como podía y viendo puntitos en vez de árboles y pasto, en eso estaba, tratando de componer mi estado cuando una mano toco mi espalda y una voz conocida me pregunta ¿Te pasa algo?, yo que no podía respirar y ver, apenas reconocí que era Christian quien se arrodillaba y tomaba mis manos heladas de transpiración, después de unos minutos comenzaron las preguntas… ¿No era que venías a caminar? Si claro, eso estaba haciendo, pues no, te vi correr una cuadra a medio morir saltando, mentira estaba contenta y de caminar pase a correr y así de improviso me sentí mal. Mmmm, pues no te creo mírate estas toda despeinada y roja, nada que me sentí mal. Para que decir lo que vino, una burla que hasta hoy me tiene podrida y el regreso a casa con la cara de él mirándome con ironía y risas contenidas. A la tercera cuadra le dije, ya ríete con ganas y el muy maldito no para hasta hoy… Bueno después de tan vergonzoso primer día deportivo, sólo me queda una enseñanza cierta, nunca más escucharé ese maldito ruidito interior que le dice a uno ¡LLEVA UNA VIDA SANA!.


Claudia Trejos

miércoles, agosto 06, 2008

Si lo que quieres es vivir cien años



Sabes, hace tiempo tenía ganas de escribir, así tranquila, sin nadie que llegara a preguntarme a quien te referías cuando escribiste esto. Por lo que escribiré sin miedo a las preguntas.

Estos últimos meses la vida se me ha hecho pesada, una carga difícil de llevar, un trajín que poco tiene de razonable. Pero mantengo la estatura, la misma que me ha valido laureles. Sé que nada he perdido de lo que soy más que lo que las gentes valoran como exitoso. Sigo siendo la chica que escribe porque no tiene otra forma de decir, sigo siendo la madre que convierte en calma el vendaval de emociones que trae mi hija en su adolescencia. Sigo siendo la amiga que sostiene la caída cuando las cosas van mal.

Esas, son las más certeras cuerdas que me sostienen.

En este frío abrigo de agosto, en este invierno que no descansa en su afán de llevárselo todo, hasta aquello que pensábamos renacer. Y los amantes se olvidan, y los matrimonios apartan cama y las mentiras que sostuvo el sol afloran con la humedad.

Salgo a caminar con las manos escondidas en mi chaqueta y la palabra apunto de soltarse de mi bufanda. Pero la memoria no tiene vergüenza y se apodera de cada paso, y aparecen mis personajes queridos, como aquel del gorro bicolor y el discurso esperado, el del abrazo esquivo y el beso dormido, mientras suena “Como te has dejado llevar a un callejón sin salida, el mejor dotado de los conductores suicidas, muerta la amistad sabe igual que el fracaso y a los dos nos gusta el verbo fracasar…” Yo sigo caminando como si no hiciera caso al coro que sustenta mi caminata y la verdad que me apunta para ser dicha y voy camino al Madrid, aquel bar donde puedo escuchar a Bunbury sin que nadie lo note, porque allí nadie escucha nada más que así mismo.

Entre todas las vidas él, Sabina, eligió la del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo con cara de malo, yo la de la vividora sin culpas. Así y todo a veces me caen algunas cuentas encima, las saldo rápidamente para que no vayan a convertirse en fantasmas molestos durante una mala noche, de esas que convierten el sueño en liviano y despiertas cada media hora.

Me siento con un blues cadencioso y un vaso de Heineken, esperando a que llegue Edith, mi amiga de conversa, ella la Edite, es una súper woman, al lado de ella cualquiera se siente miserable o gran diosa, a mi me provoca sentir que las mías son solo quejas de saciado. Ella madre de tres, con menos edad que yo, que voy a reclamar a su lado, no me queda más que oírla y asentir como buena niña. Nos pasamos esa noche conversando, contándonos algunos dolores porfiados que osan quedarse más de la cuenta, le digo que hay que echarle un buen par de garabatos y ya está nos abandonan por mal recibidos, le agrego que los dolores son tipos muy oportunistas, que llegan cuando uno está feliz sólo por cagar onda, y cuando uno está triste para apoyar la causa. Nos reímos de nosotras más que de los otros, que a los otros nos los tomamos en serio le digo y a nosotras pa’l webeo, así que arreglamos unos puntos mal cocidos en el corazón y nos despedimos como a las tres, la dejé en Cumming, camino hasta su casa y yo anduve hasta el depa, con el paso entrecortado pero liviano.


Allí Sabina cantaba “Si lo que quieres es vivir cien años vacúnate contra el azar!!! Jajajaja, dile a ese chico que no llame más y si protesta el corazón, en la farmacia puedes preguntar vende pastillas para no soñar, deja pasar la tentación….”
Bueno llegue hasta el 806 con más risa y menos preguntas en el colchón! Con menos nudos en la garganta y una verdad certera, más vale colchón vacío que guatero de mala calidad!

Claudia Trejos.