sábado, octubre 14, 2006

Rodrigo Lira, Grecia 907, 1975

Rodrigo Lira (1949 - 1981) sólo 32 años anduvo por estos lares...

Rodrigo Lira resucitó en una publicación realizada por la Universidad Diego Portales titulada "Declaración Jurada", una compilación de escritos y metapoemas (como él los definió) que rozan el delirio experimetal, con la ironia que se le conoce aborda la contingencia que le tocó, en una sociedad viviendo la mutación kafkiana, en medio de la incertidumbre represiva y la nueva estructura político-económica- social, sumado a una ternura arrebatadora, hace que muchos ya lo situen en el podio de las leyendas de las letras nacionales. Este que viene es uno de ellos "Grecia 907, 1975" que no por nada pareciera escrito sólo hace unos días... ahí les vá.

Derrepente
no voy aguantar mas y emitiré un alarido
un alarido largo de varias horas
previamente - habrá que tomar precauciones-
habré electrificado mi balcón
cerrado la puerta con llave
(se me olvidaba que he de instalar una reja en la ventana del baño)
sembrado mis paredes con amuletos fabricados en noches de viernes a sábado
de tal manera que los tanques
queden atascados a varios cientos de metros de distancia
los pilotos de los jocker panthers
no puede controlar sus lúpings y se estrellen
justamente encima de los camiones de soldados
que justamente habrán chocado con los tanques
que estarán atascados en el asfalto
que empezará a derretirse
a los pocos minutos
del alarido que emitiré cuando
no aguante más

Derrepente no voy aguantar más:
ya no bastará con las pajas mías de cada noche
con los pitos nuestros de cada día
y cuando no basten los opiáceos
los sicofármacos
los traquilizantes mayores o menores
las botellas de vino, cerveza, pisco o agua mineral

Previamente
me habré mesado los cabellos y las barbas
las cejas, las axilas, los vellos pubianos
me habre dado largos baños de tina y extensas duchas
y cuando todo eso ya no baste
emitiré un largo y potente alarido

Entonces
las ventanas del edificio Diego Portales
estallarán en varios miles de pedazos
llorarán las guaguas, las monjas, las doncellas y los ancianos
los profesores deberán suspender las clases
los teléfonos comunicarán con números equivocados
pero no importará porque nadie podrá hablar por teléfono:
mi alarido impedirá que se escuche
lo que tenga que decir la gente que llame desde Mendoza
desde Arica a San Vicente de Tagua Tagua o desde las Antípodas
preguntando qué pasa
qué es ese zumbido extraño
que parece provenir desde Santiago de Chile
y la gente que pasa por la calle Ahumada
tendrá que correr a refugiarse en los agujeros del Metro
y los niños que cantan en las micros
cantarán más fuerte que nunca
quizá si por primera vez con alegría
al ver que las ventanas
primero se trizan
las trizaduras se extienden por las carrocerías de ojalata
y el techo cae sobre los pasajeros
sin causarles daño alguno y permitiéndoles respirar
pues mi alarido hará que el smog se disipe
es decir se concentre en las oficinas públicas
por donde entrerá a través de las ventanas rotas
haciendo que todos los burócratas se vean compelidos
a elegir: o se afixian
o saltan al vacio, pues
los ascensores se habrán atascado
y las cajas de las escaleras
actuarán como cajas de resonancia
al igual que las cajas de fósforos
al igual que las cajetillas de cigarillos
al igual que los cajones de los escritorios
al igual que los ataúdes
despertando a los que hayan sido enterrados
por error del médico o por malas intenciones
haciendo que se sumen a mi alarido
mientras los perros aúllan y los jóvenes
huyan a las montañas
sin saber que mi alarido puede hacer brotar un volcán
en cualquiera de ellos
aunque probablemente el volcán brotará
en el cerro San Cristóbal
haciendo que la estatua de la virgen
salga disparada como un cohete
que se perderá majestuosamente entre las nubes
causando gran desconcierto entre los ángeles de la guarda
que habrán quedado cesantes a causa de las catástrofes
que se han anticipado
sólo en parte, pues serán inumerables
pues debe entenderse que los efectos de mi alarido serán multiplicados
en tanto que todos los locos se sumarán al alarido y tendré cómplices
provistos de algodón en abundancia para taparse las orejas y que harán
sonar todas las sirenas de incendio de la ciudad o por lo menos la mayor parte
mientras los repartidores de helados y gas licuado hacen sonar
sus balones y cencerros compulsivamente , al igual que los sacristanes
las campanillas y los bedeles de escuela las campanas, creyendo que ha
llegado el apocalipsis que alucinó Loannis en Patmos y la Semana de la
Primavera, respectivamente, pues me olvidaba advertir que el alarido ese
será en Primavera, ya que el invierno que estamos viviendo esta bastante
helado y tengo la garganta
pa-la-cagá.

1 comentario:

Unknown dijo...

lo más grande de Chile y lo mejor que le pasó a Rengo